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viernes, 29 de junio de 2012

The (Hermann Hesse) Experience

The (Classic) Experience es una sección de Lector Empedernido -como si yo fuera el único intelectual que reseña clásicos- en la cual haré pequeñas reseñas de las novelas clásicas que vaya leyendo (desgraciadamente, son pocas). Esta sección es aperiódica, es decir, tendréis una entrega siempre que a mi me salga del monóculo.


Bajo las ruedas, de Hermann Hesse

Hans Giebernath es el estudiante más prometedor de toda su localidad, y es por ello que tanto el director de su colegio como el párroco deciden presentarlo como único candidato al Landexamen, puesto que no hay otro joven del pequeño pueblo que sea tan capaz como él para enfrentarse a tal dura prueba. El Landexamen, podríamos decir, se trata de una especie de Selectividad para futuros estudiantes de teología: dura tres días; los candidatos se deberán examinar de latín, griego, alemán y matemáticas; y solo pueden aprobar unos cuantos, la recompensa de los cuales será entrar como seminaristas en el prestigioso monasterio de Maulbronn, donde proseguirán sus estudios de griego y comenzarán los de hebreo. Así pues, el mayor deseo de Hans, o el que considera como tal gracias a su padre y a sus profesores, es aprobar el Landexamen y convertirse en seminarista. No obstante... echa algo de menos; echa de menos las mañanas de pesca, las tardes tumbado en los verdes prados, la sensación de la hierba fresca en sus pies... el aire, el sol... pero las declinaciones del latín se le repiten incesantemente en su cabeza, acompañadas por una rítmica y sempiterna jaqueca, mientras intenta recordar los verbos irregulares griegos después de resolver un complicado problema de aritmética. En definitiva, Hans está pasando los peores días de su vida, los nervios le reconcomen, el dolor de cabeza no se calma, los exámenes le van mal y se siente desfallecer bajo las presiones de su entorno familiar y escolar... ya que aprobarlo no parece ser suficiente ni para el mismo Hans.

Entonces, al niño modelo Hans se le contrajo el corazón de dolor y de vergüenza, y no pudo evitar que mientras continuaba caminando, dando tropezones sobre el campo helado, le corrieran lágrima tras lágrima sobre las mejillas casi azules del frío. Comprendió que hay pecados y omisiones que no se pueden olvidar y que ningún arrepentimiento puede redimir; y le pareció que allí delante, sobre la camilla, no estaba el pequeño hijo del sastre, sino su amigo Heilner, que se llevaba consigo el dolor y la rabia de su traición, lejos, a otro mundo donde no cuentan las notas y los exámenes y los éxitos sino la pureza o suciedad de la conciencia.

Y así, Hermann Hesse me metió en su bolsillo. Es cierto que ya había leído otras obras del autor, como Demian y Siddhartha, y ambas me gustaron mucho, especialmente la primera, pero Bajo las ruedas se ha convertido en, de momento, mi novela favorita del escritor alemán (ya veremos cuando lea El lobo estepario, El juego de los abalorios y Peter Camenzind), principalmente por su temática: un joven asfixiado por los exámenes y por sus obligaciones académicas; cualquiera que haya sufrido alguna vez nervios por culpa de ello podrá sentirse identificado con Hans; además, el modo en que Hesse lo explica no podría ser más exacto y perfecto, reflejando la angustia, la ansiedad y la nostalgia del joven estudiante. Y es que precisamente ese era el objetivo de Hermann Hesse al escribir esta obra: denunciar la impersonalidad de la educación, que erradica toda mente libre y sensible.

La narración de Hesse se sitúa en un lugar a medio camino entre la prosa y la lírica, pues su estilo es frágil y cuidado, con palabras escogidas escrupulosamente para crear el efecto querido, y cuenta con las descripciones más bellas -y complejas, todo sea dicho- que he tenido la oportunidad de leer en el poco tiempo que llevo como lector de clásicos. Por otro lado, el ritmo de la novela es algo desigual, pero no por ello me ha gustado menos: hay escenas en las que va más lento y en otras acelera, pero es un factor necesario para el desarrollo de la trama y para que el autor consiga transmitirnos lo que pretende.

Los personajes son algo que también me ha gustado mucho y me ha sorprendido gratamente, empezando por el protagonista del libro, Hans Giebenrath, un joven inseguro en plena adolescencia atormentado por sus obligaciones académicas y que no ve más allá de ello. Puede que alguien tal vez llegue a ver su obsesión como algo realmente exagerado, y seguramente así sea (hasta yo tengo mis límites estudiando y este chico se los saltaba todos), pero lo que no está sin duda exagerado es el temor y los nervios del protagonista, los dolores de cabeza e incluso las pesadillas (ahora sí, considero que si no habéis tenido nunca una pesadilla antes o después de un examen muy importante, no tenéis sangre en las venas). El resto de personajes, como el padre de Hans, el zapatero Flaig, los compañeros de Hans (especialmente Heilner) y Emma, tienen una personalidad clara y definida, como si fueran auténticas personas que existieron en algún momento, de los cuales guardaremos sin duda una impresión o algún recuerdo.

De este modo, como ya habréis podido deducir, me inclino ante Hermann Hesse, le hago la ola y le monto un altar, y lo haré por su narración, por sus personajes (en serio, tanto de esta novela que he reseñado como de las otras que he leído, los personajes son totalmente asombrosos) y por todo, porque empiezo a pensar que no me decepcionará ninguna de las novelas que componen su obra. Por ahora, y hasta que escriba más reseñas de los libros de este señor, os recomiendo fervientemente leer Bajo las ruedas, sobre todo a aquellos que se sientan, así como el protagonista, aplastados por su educación y sus obligaciones, debilitados y rendidos, en definitiva, a todo aquel que esté bajo las ruedas.

5 comentarios:

Hermy 29 de junio de 2012, 20:08  

Soy de las que tiene problemas serios para dormir durante los exámenes y me agobio muchísimo, así que necesito hacerme con este clásico YA para ver si me siento tan identificada como tú con el joven Hans.

Muy buena reseña, me ha gustado el resumen tan conciso que has hecho.

Un saludo

Aineric 29 de junio de 2012, 22:07  

Pues no conocía este libro, pero me lo apunto, sí.

Anónimo,  30 de junio de 2012, 7:08  

El libro tiene muy buena pinta ;) me convenciste ^^

Cristina Leitón 30 de junio de 2012, 12:47  

Ay, Dios mío. Siempre suele darme miedo cuando un protagonista se parece a mí en más de un aspecto. Es como "madre del amor hermoso, el escritor me espía" para después pasar a "vale, pues supongo que esto significa que no soy el único raro en este mundo", lo cual, a veces, es bueno.

Me llama mucho la atención eso que dices de los personajes, sobre todo después de leer tantos libros juveniles donde parece que los personajes son calcados los unos a los otros y han sido escritos sólo para agradar al lector o para hacerle la lectura lo más fácil posible. No sé, va bien que un libro te haga pensar de vez en cuando. La lectura tiene que reclamar trabajo del escritor, pero también del lector, ¿no?

En fin, Matthew, que ya te lo pediré algún día. Y si no me lo dejas porque no te fías de que vaya a cuidártelo bien (me haces pupa), ya lo cogeré en la biblioteca or something.

Se despide: Andvari, la chica con el pelo menos rizado que tú (¡JÁ!).

Mike Lightwood 2 de julio de 2012, 0:10  

Pues para qué engañarte, antes esta novela no me llamaba una mierda xD. La trama no me llamaba nada (solo sabía lo del examen ese trauma), pero parece que es más que eso. Pero si dices que denuncia la educación y que el protagonista mola, habrá que leerlo, sobre todo si te ha gustado tanto.

¡Un abrazo!

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